La gente mayor, sobre todo en el mundo rural, es guardiana de uno de los bienes culturales que más rápidamente se está perdiendo en nuestro país: el conocimiento ecológico tradicional:los saberes, creencias, tradiciones y prácticas relativos a las
relaciones entre los seres vivos y su
medio. Son saberes que han sido desarrollados por una comunidad a lo
largo del tiempo a partir de su experiencia, y que están adaptados a su
cultura y al medio ambiente local. Algunos ejemplos son los usos de las
plantas, las setas o los animales como medicinas, alimentos o para la
elaboración de utensilios. También los conocimientos sobre cómo
gestionar los recursos naturales como el agua, los bosques, etc.
La alarmante pérdida de estos saberes (sobre todo debido a
los cambios en los estilos de vida) y su importancia para la
conservación y el uso sostenible de la biodiversidad, es un hecho
reconocido a nivel internacional (en el Convenio sobre Diversidad
Biológica) y en la legislación española (Ley 42/2007). Esto ha llevado a
la aparición de iniciativas para su recuperación y protección; entre
ellas el proyecto Conect-e, que nace como herramienta complementaria al Inventario Español de Conocimientos Tradicionales sobre la Biodiversidad.Leer noticia completa en Heraldo.es
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